Vi ninfas correr, elfos, duendes, hadas, gnomos. La ninfa verde, la de las flores en la cabeza, corría y se deslizaba silenciosamente por entre las rocas cubiertas de musgo, huía, ¿de qué?, no lo sé. Ahora la que huía era yo, ¿de qué?, ahora lo sé, de la ninfa. Me lancé al agua sin pensarlo y respiré. Todo era azul, verde o blanco, haciendo figuras de burbujas me fui alejando del lugar, llegando a la profundidad del océano, vistiéndome de algas azul-verdosas y una diadema de espuma…
Sentí hielo, en lo más alto de las montañas nevadas todo era silencio, todo era blanco o negro, y un frío duro soplaba allá arriba, hasta que esa hermosa nieve, de sombras rosadas, se fue diluyendo rápidamente, dejando sólo la piedra de la montaña, que se fue rajando poco a poco hasta dejar salir los árboles. Resbalé por la piedra húmeda, rodé kilómetros abajo, hasta donde volvía a haber nieve, allá donde habían cavernas llenas de estalactitas y estalagmitas. Y cayó sobre el hielo una lágrima helada…
Esta vez fue aire lo que sentí, volaba entre nubes y me vestía de agua, subí, subí, subí, salí de la atmósfera helándome por completo y perdiendo la movilidad, entonces me precipité en picada hacia el planeta de nuevo, atravesé el cielo, y me hundí en mar, el impulso me hizo llegar hasta el centro de la tierra, donde ardía un fuego cálidamente frío, todo era tan tranquilamente caótico. Fue allí donde terminé por derretir me esencia…
Me habías dejado…
3 comentarios:
Ay, carajo, no puede gustarme este escrito...
me encanto, es tan ... no se como decirlo pero es uno de mis favoritos
Ay!!!
Lahí, no sabes lo mucho que me alegra que te guste!!!
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