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jueves, 14 de octubre de 2010

Transmutar

Te despiertas un día, estás en tu cuarto, es tu cama, tu almohada, tu cobija, es lo tuyo a tu alrededor. Te sientas un el borde de tu cama, tus pies tocan el suelo, está frío. Miras el suelo, miras tus pies. No son tus pies. Miras tus manos, no son tus manos. Entonces, ya algo desesperado, te levantas de tu cama y corres al espejo colgado en la pared; te miras, no es tu cara.

Te sientes volver loco. Gritas, pero de tu garganta emerge una voz que no es tuya.

Sales de tu cuarto, ahí están, por fortuna tus familiares siguen siendo los tuyos. Te llaman por tu nombre, para ellos tú eres tú, pero para ti ya no eres más tú.