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martes, 17 de abril de 2012

Igual y a uno ya no lo leen.

Sensación de soledad infinita, de irrealidad sensible, ni yo parezco existir. Mi mundo, que a veces se reduce a cajitas llenas de adornos: la cajita de mi cuarto, la cajita del computador, la cajita del televisor, la cajita del celular, las cajitas de jugo, las cajitas de pulseras, diademas, moñas, etc, parece dejar de existir también. Es una quietud total y universal de todo, del tiempo, del aire, de mi propia existencia, yo ya no soy más que una masa de huesos, carne, pelo y sangre, y sin embargo soy, en estos momentos, mucho más que eso. Soy energía viviente, invisible para los ojos físicos, vibrante, existente.

¿Por qué creemos en mentiras si sabemos que son falsas?, ¿por qué creemos, entonces, en este mundo donde lo real se pierde por creerse irreal?, ¿qué es real?, ¿yo soy real? Y vos que me has visto, y vos que no tenés ni idea de quién soy, ¿es esto real?

Sí, la soledad mezclada con la quietud y el silencio de las tardes sola en mi casa hacen que ésta parezca flotando en el universo, completamente sola, silenciosa y quieta. Y yo misma, habito esta casa y con qué sentido, ¿para qué?, ¿para vivir?, ¿hace falta una casa para vivir?, ¿hace falta meterse en una cajita?, ¡nuestra propia jaula, carajo, nos la ponemos nosotros mismos!, ya dijo Einstein la estupidez humana no tiene límites.

Pero yo no me doy cuenta de nada. Mi habilidad para comunicarme con los demás y, en general, para comunicarme, es paupérrima.