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miércoles, 17 de junio de 2015

La luz del sol que entra por tu ventana y el sonido de la lavadora.

A veces siento que pierdo mi tiempo. Se me hacen inútiles mis esperanzas. Y si no logro entender, ¿qué? ¿Y si no puedo amar? Quizás me encuentre en coma. Me cuesta entender las cosas. No sé hablar ni besar ni pensar ni caminar. Las preguntas me dejan vacía, ése es el por qué de mi silencio que tanto te molesta. Te has posado allí, en mi interior, en donde todo está frío. Cuidado te me mueres de hipotermia... Me pregunto si será verdad que te hago florecer. Ambos éramos en nuestros corazones desiertos cuarteados, yo siento que aún me seco, me marchito... ¿Cómo estar dispuesta a mi propio sacrificio? Ya no puedo distinguir lo justo, ni lo bello, ni siquiera sé qué es todo eso.

 A veces... siento mi cuerpo como una extraña masa de carne, sangre y huesos que se sabe mover sola, que ha aprendido a sobrevivir, a no morir de hambre ni de frío, una masa extraña que ha aprendido a fingir que siente. Pero... muy dentro de ella, estoy yo, frágil, dudosa, con mis ganas de llorar de siempre, preguntándome qué es todo esto.

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