Páginas

lunes, 25 de abril de 2011

Sinfonía color de fresa


Fijáte que justamente a vos quería decirte una cosita:
Mirá que a veces uno sabe que no sabe algo, pero si uno sabe que no sabe ese algo entonces es porque sí lo sabe, ¿me entendés? Ayer me cogieron las tres de la mañana con las narices metidas en El Túnel, la lamparita de luz rosada prendida, los pies descalzos y las estrellas pálidas. Anoche pensé mucho en vos, sobre todo por las cartas de María a Juan Pablo [Juan Pablo es un bastardo], que se me hacían escritas por vos.
Yo, por ejemplo, no sabría cómo decirte que sé muchas cosas que vos pensás que yo no sé. Y, sin embargo, yo sé que vos podés suponer que yo las sé, suponiendo al mismo tiempo que yo no sé que vos sabés que yo las sé. Jajajaja, anoche también recordé tu risita tímida y tu mueca acostumbrada. Me cogieron las cuatro de la mañana escuchando Marea, tarareando Trasegando, susurrando Entre Hormigones; pero a vos nada de eso te importa, vos no sabés de qué estoy hablando.
El toc toc del duendecito en mi ventana terminó por dormirme a las cuatro y media, y me despertó el Preludio y Fuga No.3 de Bach, que provenía del cuarto de al lado y salía por los dedos de mi hermano, a las ocho y pico. Me levanté en italiano, caminé en alemán, abrí la puerta en japonés y pensé en inglés [Aquel último idioma me pareció, por un momento, vulgar y feo, inapropiado para pensar].
Recordé, entonces, todas las carajadas que tenía que hacer para Martín, para César, para John, para Hermides, para Chois y para Freddy, y me dije que había sido un acción idiota de mi parte haber hecho literalmente na-da durante diez días y ahora tratar de hacer muchísimas cosas en un día. ¿Y eso a vos qué te importa?, ¿acaso sabés de lo que estoy hablando?
Aún no te he dicho la cosita que te quería decir, lo anterior era solamente una introducción para que preparases tu mente a la forma en la que hoy quiero hablarte… de hecho, no quiero hablarte.
El símbolo matemático de “todo” reposa tranquilamente sobre mis papeles, como chocolate y me digo que tengo muchas cosas que hacer, pero sigo recostada en el suelo pensando en los lunes fríos de ropa en blanco y negro disfrazados de ingenuidad, miro los restos de grafito colgados en mi pared negra, vuelvo a decirme que es mejor que me ponga a hacer mis deberes y, sin embargo, cuando al fin decido levantarme del suelo, es para ponerme a escribir esto.
Ella, sí, ella me lo ha dicho todo. Ella, la de la mandala que ahora es mía, me ha dicho una por una cada palabra que yo esperaba oír de vos y que vos nunca me dijiste. Mi cuaderno de animalitos respira hondo y me llama para que escriba en él, “no quiero”, le respondo. Las sensaciones allí escritas ya no me gustan, nada de sonrisas ni de confianza existe ya allí, es más bien como un “Juanpablo Calle Del llano, ¿por qué no venís y me decís por qué me odiaste?, ¿por qué no venís para que yo pueda decirte que ella es tuya desde el principio de los tiempos y que no debés odiarla por ser mi amiga?”.
¿Sabés qué?, como en muchas otras ocasiones, me he dirigido a vos con la intención de decirte algo, pero se me ha olvidado. De nuevo te digo lo que más me gusta decirte: “¡Olvidálo!”.

3 comentarios:

Alicia dijo...

Toc toc :D

Violeta Lunareja dijo...

No sé no sé.... me gusta =)

Bel dijo...

Ve, anoche soñé con vos. Soñé que volvías por estos lares y que tenías el pelo laguísimo, pero vos te lo cortaste cortísimo antes de irte, ¿cierto? Pues... en mi sueño lo tenías como hasta las rodillas, jajajajja.