Mirar a los ojos, un experimento interesante, y hay algo en lo que todas las personas coinciden cuando las miro a los ojos: voltear la mirada.
¿Por qué?, sí, es esa verdad que se ve en los ojos de la gente, ese mundo interno que guarda cada uno y que no nos gusta dejar ver. Si yo miro a los ojos pero no me miran, jamás podré verlo, y si me miran lo veo muy claro. ¿Por qué voltear la mirada?, ¿por qué no dejar que todos vean lo que uno tiene adentro?, ¿es en serio tan podrida la gente por dentro?
Mi mundo es claro y limpio, sin tapujos ni secretos, ¿por qué entonces no dejar que la gente vea lo que tengo?...
Si no hay nada que ocultar, si no hay nada de qué avergonzarse... ¿por qué no mirar fijamente?...
Me gustan los ojos, y lo muy diferentes que son unos de otros, lo que expresan y la forma en que lo expresan, son mágicos los ojos...
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jueves, 29 de octubre de 2009
domingo, 25 de octubre de 2009
Quiero a Kanchimalo
*El salón de escultura*
El reloj marcaba las 4:03 am. Cuando un mensaje de texto llegó el celular de ella: “Estamos en el salón de escultura”, decía.
-Shuia!, vení un momento porfavor-me llamó ella.
-Ya voy-respondí.
Una vez estuve frente a ella, me preguntó:
-Sabés cuál es el salón de escultura?
-Pues claro, es el que queda en el sótano… estamos hablando del conservatorio, ¿verdad?
-Sí, y sabés el camino para llegar?
-Sí, vos no sabés?
-No, ni idea. Ve, porqué no me acompañás?
-A donde?-dije sorprendida, ella nunca me pedía que la acompañara a alguna parte.
-Al conservatorio, para que me llevés hasta el salón de escultura necesito entregar unos telones.
-Ok, ya mismo?
No había un solo ruido, la calle estaba silenciosa y el carro se desplazaba rápidamente. “Conservatorio Antonio María Valencia”, se leía en la fachada de un edificio de cinco pisos. Nos bajamos del carro (el conductor siguió camino a una clínica cercana) y subimos por las escaleras grises, un portero pálido y adormecido nos dejó pasar.
Subimos por las rojas escaleras hasta el segundo piso y cruzamos un oscuro y largo pasillo, ella iba de mi brazo, temblando del miedo, yo iba ligera, disfrutando de esa agradable oscuridad silenciosa.
Al final del pasillo había dos escaleras, una de subida y otra de bajada, la primera roja y la segunda gris. Tomamos por la escalera de bajada, la cual en determinado lugar se convertía en sólo cemento y tenía cambios de nivel y orientación bruscos, al llegar abajo un hueco en la pared hacía de entrada y una reja oxidada de puerta, que chirrió al abrirla.
Cabezas a medio terminar, residuos de arcilla, polvo, mesas manchadas de pintura y un aire acondicionado que le daba un ambiente frío al lugar. Recorrimos el gran salón, cuando llegábamos al otro extremo ella dijo:
-Qué miedo…
No me tomé la molestia de decir algo, pues a mí me encantan los lugares así.
-Kanchimalo!!-gritó ella.
-No grités…
-Kanchimalo!!-no me hizo caso y siguió gritando.
Por una ventanita, en lo más alto del alto salón, se asomó una cabeza de un muchacho que se quedó mirándonos.
-Es este el salón de escultura?-preguntó ella.
-Sí-respondió el muchacho con un hilo de voz.
-Y el grupo de teatro?
-Está en la sala de ensayo de la orquesta-esta vez lo dijo con un susurro apenas entendible.
Así que tuvimos que devolvernos por las grises escaleras y volver a atravesar el oscuro y largo pasillo.
*Él*
Al entrar por esa puerta blanca entreabierta lo vi a él, vestido totalmente de negro, únicamente su cabello era de un castaño oscuro, despeinado y cansado yacía al lado de los espejos, abrió suavemente sus ojos y me miró, sus ojos eran los más bellos que jamás hubiera visto (¡tan profundos!), fueron momentos sin tiempo, a ninguno se le iban las ganas de mirar al otro. Él, alguien que tal vez nunca vuelva a ver, él, que no tuve la oportunidad de saber cómo se llamaba, él, un amante del arte como yo…y en ese hermoso instante llegó la directora de la obra (Maldita sea, ¿justo en ese momento?), era la tipa que necesitaba los telones.
Después de haber templado los telones en los paneles, haber ensayado el mecanismo de desplazamiento de los mismos y haber mejorado el color del paisaje en ellos pintado volvimos por fin al salón en donde lo había visto por primera vez, pero él no estaba ya ahí, se había ido del mismo modo en que lo había hecho Leo.
*El grafiti*
Entonces empecé a caminar por los diferentes cuartos del primer piso, entré a uno dónde había un balde lleno de agua debajo de un caballete de madera podrida, el cual tenía pegado con cinta un cartel en el que se leía: “Cuidado-Peligro, humedad por gotera”. Nada interesante.
Entré, pues, a otro cuarto más grande y más alto, se sabía que las cuatro paredes de ese salón habían sido blancas, pero ahora una de ellas tenía un inmenso grafiti.
Muñequitos deformes, de seis ojos sin pupila, vomitando líquido verde por bocas redondas y de dientes podridos, muecos o partidos… realmente una obra grotesca… pero bien hecha.
No sé exactamente cuánto tiempo pasé viendo, mirando, observando ese grafiti, el hecho es que perdí la conciencia y de todo sentido.
-Vamos, Shuia!, apuráte que tengo afán-dijo ella.
-Ya voy-dije automáticamente (siempre, cuando estoy distraída, respondo “ya voy” a cualquier cosa que me digan).
*La clínica*
Y regresamos al principio… el mismo portero pálido y adormecido nos dejó salir, y con ese aire frío de la madrugada comenzamos a caminar, casualmente pasamos por la plaza… esa plaza…Leo…
Llegamos a la clínica en dónde debía estar el conductor, entramos a la sala de urgencias y ella se acercó a la recepción:
-Perdón, me permitiría pasar a los cuartos?-le dijo a la recepcionista-es que mi conductor debe quedarse esta noche aquí y necesito las llaves de mi carro.
-Ok, siga-dijo la recepcionista en tono frívolo y seco.
-Shuia-me dijo.
-mmm?-respondí
-Quedáte aquí y me esperás.
-Está bien…
Ella entró por esa puerta doble, blanca y con un par de ventanitas, mientras yo me sentaba en la salita de espera.
Una niña de tan sólo un año, vestida con un traje estampado con una gigantesca flor amarilla caminaba dando vueltas por la salita, resbalándose y volviéndose a poner de pie.
-Venga, Sofi, ¿quiere Cheetos?-dijo la que parecía ser la mamá.
La niña obedientemente fue hasta ella y tomó uno, luego se lo metió a la boca y se lo tragó. Luego el papá tomó el paquete y le dijo:
-Dele uno a Luis, a ver.
Sofi dudó un poco, y luego, riéndose, tomó otro y se lo metió en la boca a su hermano, Luis.
El papá volvió a hablar:
-Y ahora uno para Natalia.
La niña volvió a tomar uno y se lo metió en la boca a su mamá.
Sofi se había robado toda la atención de toda la gente allí presente, ya nadie miraba al televisor…
El ambiente de los hospitales… no me gusta… nunca me gustó.
*Regreso con recuerdos*
Y por fin volvimos, todo seguiría normal, la vida volvería a su rutina, nada de lo anterior importa realmente… pero con ello logré salirme de la rutina durante un prolongado tiempo. Lo cual me gustó, porque si yo (Shuia) no hubiera aceptado ir con ella al Conservatorio… lo más probable es que nunca lo hubiera visto a él, que nunca hubiera ido hasta lo más profundo del salón de escultura, nunca hubiera visto el grafiti, ni hubiera vuelto a pasar (por 586.602 vez) por la plaza en dónde alguna vez soñé y vi a Leo…
El reloj marcaba las 4:03 am. Cuando un mensaje de texto llegó el celular de ella: “Estamos en el salón de escultura”, decía.
-Shuia!, vení un momento porfavor-me llamó ella.
-Ya voy-respondí.
Una vez estuve frente a ella, me preguntó:
-Sabés cuál es el salón de escultura?
-Pues claro, es el que queda en el sótano… estamos hablando del conservatorio, ¿verdad?
-Sí, y sabés el camino para llegar?
-Sí, vos no sabés?
-No, ni idea. Ve, porqué no me acompañás?
-A donde?-dije sorprendida, ella nunca me pedía que la acompañara a alguna parte.
-Al conservatorio, para que me llevés hasta el salón de escultura necesito entregar unos telones.
-Ok, ya mismo?
No había un solo ruido, la calle estaba silenciosa y el carro se desplazaba rápidamente. “Conservatorio Antonio María Valencia”, se leía en la fachada de un edificio de cinco pisos. Nos bajamos del carro (el conductor siguió camino a una clínica cercana) y subimos por las escaleras grises, un portero pálido y adormecido nos dejó pasar.
Subimos por las rojas escaleras hasta el segundo piso y cruzamos un oscuro y largo pasillo, ella iba de mi brazo, temblando del miedo, yo iba ligera, disfrutando de esa agradable oscuridad silenciosa.
Al final del pasillo había dos escaleras, una de subida y otra de bajada, la primera roja y la segunda gris. Tomamos por la escalera de bajada, la cual en determinado lugar se convertía en sólo cemento y tenía cambios de nivel y orientación bruscos, al llegar abajo un hueco en la pared hacía de entrada y una reja oxidada de puerta, que chirrió al abrirla.
Cabezas a medio terminar, residuos de arcilla, polvo, mesas manchadas de pintura y un aire acondicionado que le daba un ambiente frío al lugar. Recorrimos el gran salón, cuando llegábamos al otro extremo ella dijo:
-Qué miedo…
No me tomé la molestia de decir algo, pues a mí me encantan los lugares así.
-Kanchimalo!!-gritó ella.
-No grités…
-Kanchimalo!!-no me hizo caso y siguió gritando.
Por una ventanita, en lo más alto del alto salón, se asomó una cabeza de un muchacho que se quedó mirándonos.
-Es este el salón de escultura?-preguntó ella.
-Sí-respondió el muchacho con un hilo de voz.
-Y el grupo de teatro?
-Está en la sala de ensayo de la orquesta-esta vez lo dijo con un susurro apenas entendible.
Así que tuvimos que devolvernos por las grises escaleras y volver a atravesar el oscuro y largo pasillo.
*Él*
Al entrar por esa puerta blanca entreabierta lo vi a él, vestido totalmente de negro, únicamente su cabello era de un castaño oscuro, despeinado y cansado yacía al lado de los espejos, abrió suavemente sus ojos y me miró, sus ojos eran los más bellos que jamás hubiera visto (¡tan profundos!), fueron momentos sin tiempo, a ninguno se le iban las ganas de mirar al otro. Él, alguien que tal vez nunca vuelva a ver, él, que no tuve la oportunidad de saber cómo se llamaba, él, un amante del arte como yo…y en ese hermoso instante llegó la directora de la obra (Maldita sea, ¿justo en ese momento?), era la tipa que necesitaba los telones.
Después de haber templado los telones en los paneles, haber ensayado el mecanismo de desplazamiento de los mismos y haber mejorado el color del paisaje en ellos pintado volvimos por fin al salón en donde lo había visto por primera vez, pero él no estaba ya ahí, se había ido del mismo modo en que lo había hecho Leo.
*El grafiti*
Entonces empecé a caminar por los diferentes cuartos del primer piso, entré a uno dónde había un balde lleno de agua debajo de un caballete de madera podrida, el cual tenía pegado con cinta un cartel en el que se leía: “Cuidado-Peligro, humedad por gotera”. Nada interesante.
Entré, pues, a otro cuarto más grande y más alto, se sabía que las cuatro paredes de ese salón habían sido blancas, pero ahora una de ellas tenía un inmenso grafiti.
Muñequitos deformes, de seis ojos sin pupila, vomitando líquido verde por bocas redondas y de dientes podridos, muecos o partidos… realmente una obra grotesca… pero bien hecha.
No sé exactamente cuánto tiempo pasé viendo, mirando, observando ese grafiti, el hecho es que perdí la conciencia y de todo sentido.
-Vamos, Shuia!, apuráte que tengo afán-dijo ella.
-Ya voy-dije automáticamente (siempre, cuando estoy distraída, respondo “ya voy” a cualquier cosa que me digan).
*La clínica*
Y regresamos al principio… el mismo portero pálido y adormecido nos dejó salir, y con ese aire frío de la madrugada comenzamos a caminar, casualmente pasamos por la plaza… esa plaza…Leo…
Llegamos a la clínica en dónde debía estar el conductor, entramos a la sala de urgencias y ella se acercó a la recepción:
-Perdón, me permitiría pasar a los cuartos?-le dijo a la recepcionista-es que mi conductor debe quedarse esta noche aquí y necesito las llaves de mi carro.
-Ok, siga-dijo la recepcionista en tono frívolo y seco.
-Shuia-me dijo.
-mmm?-respondí
-Quedáte aquí y me esperás.
-Está bien…
Ella entró por esa puerta doble, blanca y con un par de ventanitas, mientras yo me sentaba en la salita de espera.
Una niña de tan sólo un año, vestida con un traje estampado con una gigantesca flor amarilla caminaba dando vueltas por la salita, resbalándose y volviéndose a poner de pie.
-Venga, Sofi, ¿quiere Cheetos?-dijo la que parecía ser la mamá.
La niña obedientemente fue hasta ella y tomó uno, luego se lo metió a la boca y se lo tragó. Luego el papá tomó el paquete y le dijo:
-Dele uno a Luis, a ver.
Sofi dudó un poco, y luego, riéndose, tomó otro y se lo metió en la boca a su hermano, Luis.
El papá volvió a hablar:
-Y ahora uno para Natalia.
La niña volvió a tomar uno y se lo metió en la boca a su mamá.
Sofi se había robado toda la atención de toda la gente allí presente, ya nadie miraba al televisor…
El ambiente de los hospitales… no me gusta… nunca me gustó.
*Regreso con recuerdos*
Y por fin volvimos, todo seguiría normal, la vida volvería a su rutina, nada de lo anterior importa realmente… pero con ello logré salirme de la rutina durante un prolongado tiempo. Lo cual me gustó, porque si yo (Shuia) no hubiera aceptado ir con ella al Conservatorio… lo más probable es que nunca lo hubiera visto a él, que nunca hubiera ido hasta lo más profundo del salón de escultura, nunca hubiera visto el grafiti, ni hubiera vuelto a pasar (por 586.602 vez) por la plaza en dónde alguna vez soñé y vi a Leo…
jueves, 22 de octubre de 2009
Oración a Peco
Peco por hablar palabras necias sueña con volver a estar en ti, siente que tus versos lo acompañan y navegas en su tierra de ilusión...
Sube la fiebre y el termómetro no mide la razón de ser, de estar aquí o estar allí, pensando, soñando, rasgando el silencio con mi voz, estando aquí o estando allí.
Oro por sembrar palabras justas sueña con tus pasos hasta el fin, siente que tus versos lo acompañan y navegas en su tierra de ilusión...
Sube la fiebre y el termómetro no mide la razón de ser, de estar aquí o estar allí, pensando, soñando, rasgando el silencio con mi voz, estando aquí o estando allí.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Sueños...
Algún día lograré estar en aquel alejado lugar, dónde sólo tu y yo existamos, dónde sólo importen nuestras risas, bajo la lluvia de flores de algún cerezo, allí dónde el tiempo transcurra lentamente y sea sólo para nosotros, en el remoto lugar de nuestros sueños que quedará en nuestros recuerdos para siempre.
Quizás algún día podamos ir... mientras tanto ese maravilloso mundo se quedará donde estemos juntos...
(Nwezpanadye, güeno, zý, tal bes) =D
Quizás algún día podamos ir... mientras tanto ese maravilloso mundo se quedará donde estemos juntos...
(Nwezpanadye, güeno, zý, tal bes) =D
sábado, 10 de octubre de 2009
Advertencia
Este blog contiene detalles de trama y argumento, como por ejemplo que Darth Vader es el padre de Luke Skywalker, Osama Bin Laden destruye las Torres Gemelas, Tyler es el alter-ego del Narrador en El club de la lucha, Jesús muere en la cruz, Shohoku pierde en la tercera ronda del Torneo Nacional, Francia pierde la final de la Copa de Fútbol de 2006 contra Italia, Santa Claus no existe, El Tata murió de un infarto, la carta sin nombre se convierte en la carta de la esperanza, la Novia mata a Bill, la paranoica de Destino Final sobrevive, Jack Sparrow muere al final de Piratas del Caribe 2, revive en la tercera, Jame Bond se queda con la chica y salva al mundo, Neo es El Elegido, en Batman Begins el monje no era el verdadero Ras'al Gul, Eko muere a manos del monstruo de humo, Midna es la Twilight Princess, Tetra es Zelda, Aeris muere a manos de Sefirot, Harry Potter NO muere en el último libro de la saga, Vincent muere en Dirge of Cerberus, Saber es el Rey Arturo, a Christ Benoit lo mató la mafia, Sarah Connor elimina al Terminator de la primera película, Mario derrota a Bowser, en el juego de Resident Evil 3 Jill Valentine es la que elimina al Némesis... o no dependiendo de lo que elijas tras derrotarlo, en la peli lo anterior se lo pasan por el forro, John Nash es esquizofrénico y su mejor amigo y el tipo del ejército no existen, Bison es un clon de Ingrid, Mega Man derrota al Dr. Willy, Zero fue construido por el Dr. Willy, Miki y Yuu no son hermanos, Yuuki Cross se convierte en vampiro, Samus es en realidad mujer, Bosh es el enemigo final de Breath of Fire V, Inu Yasha se convierte en humano con la luna llena, Digimon era todo un sueño, Kira el de Death Note pierde contra un complot de Near y Mello, Goku salva al mundo por si mismo solo una vez, Ash se transforma en el mejor maestro Pokemón, Kristoph Gavin es el asesino de Shadi Smith (Zak Gramarye) y de Drew Misham en el Apollo Justice, Seiya alcanza el séptimo sentido, el hermano del prota de Full Metal Alchemist (Alphonse) recupera su cuerpo humano, Motoko Kusanagi envía su ghost al ciberespacio, Suzaku descubre que Lelouch es Zero, Himeko mata a Chikane, Quattro Bajeena es Char Aznable, Calcetín con rombos-man salva a otro calcetín, Steven muere devorado por los predadores en la segunda temporada de Mundo Primitivo, Kid Musculo gana el torneo de luchadores, Hide se suicida con una toalla por la borrachera, Chrno y Rosette mueren por el pacto demoniaco, Simon vence a los Anti-Spiral y salva la Tierra y Wikipedia quiere dominar el Internet... Ahora que te lo dije, puedes seguir leyendo.
viernes, 9 de octubre de 2009
Maquillaje
Me he pueso maquillaje, una máscara, no es mi cara, no muestra lo que soy. Salgo así todos los días, nadie conoce mi cara, es una máscara de felicidad, una máscara de conformidad, una máscara opuesta a lo que soy.
La máscara sonríe cuando estoy triste, rie cuando estoy brava, dice sí cuando quiero decir no, y me hace hacer lo que no me parece...
Todo porque a la gente no le gustaría mi yo sin maquillaje, maldito maquillaje.
Me paro entre la gente, alzo mi mano, cogo la máscara y la tiro al suelo... se rompe, entonces ven lo que soy, caras de sorpresa, ojos desorbitados me miran, dedos me señalan, al diablo con todo, me importa un carajo porque ahora soy libre, y la falsa cara en pedazos en el suelo empieza a desvanecerse poco a poco, mi rostro real mira el mundo desde arriba. Y doy mi primer paso, todo se paraliza, estuve allí siempre y nadie se dió cuenta, ¿por qué ahora?, porque me pesaba la cara.
Me voy, no vuelvo, no guarden mi máscara, es basura...
La máscara sonríe cuando estoy triste, rie cuando estoy brava, dice sí cuando quiero decir no, y me hace hacer lo que no me parece...
Todo porque a la gente no le gustaría mi yo sin maquillaje, maldito maquillaje.
Me paro entre la gente, alzo mi mano, cogo la máscara y la tiro al suelo... se rompe, entonces ven lo que soy, caras de sorpresa, ojos desorbitados me miran, dedos me señalan, al diablo con todo, me importa un carajo porque ahora soy libre, y la falsa cara en pedazos en el suelo empieza a desvanecerse poco a poco, mi rostro real mira el mundo desde arriba. Y doy mi primer paso, todo se paraliza, estuve allí siempre y nadie se dió cuenta, ¿por qué ahora?, porque me pesaba la cara.
Me voy, no vuelvo, no guarden mi máscara, es basura...
viernes, 2 de octubre de 2009
Vocalise
(Se sugiere leer esto oyendo la obra "Vocalise" de Rachmaninov, así lo encontrán más bello)
Era una tarde fría, estaba en mi carro, en el asiento del acompañante, mi pelo en una apretada cola de caballo me halaba la cabeza hacia atrás, un aire duro golpeaba mi cara desprotegida. Me solté el pelo y el aire mágicamente empezó a tejer hermosos nudos en mi cabello... el carro iba cada vez más rápido, así que tuve que cerrar mis ojos para que no me dolieran, poco a poco la velocidad fue disminuyendo y pude abrir mis ojos, estaba en la mitad de un campo, el pasto verde claro que brillaba bajo la luz del sol, rodeada de samanes y ceibas comencé a caminar descalza, sentía mi conexión con la tierra, estaba frío pero mis pies estaban tibios...
Guiada por un magnetismo irreal encontré El árbol de los sueños, una ceiba inmensa de unos 1200 años... sus ramas imponentes hacían una gigantesca sombrilla sobre mi cabeza, por entre la hojas, negras vistas a contraluz, se filtraban hilos de luz dorada, extrañamente me encontré arriba de uno de sus largos brazos que se extendían por el suelo, me acosté sobre él, el brazo de esa ceiba, mi madre, e hice parte de ella por el resto de su existencia.
Era una tarde fría, estaba en mi carro, en el asiento del acompañante, mi pelo en una apretada cola de caballo me halaba la cabeza hacia atrás, un aire duro golpeaba mi cara desprotegida. Me solté el pelo y el aire mágicamente empezó a tejer hermosos nudos en mi cabello... el carro iba cada vez más rápido, así que tuve que cerrar mis ojos para que no me dolieran, poco a poco la velocidad fue disminuyendo y pude abrir mis ojos, estaba en la mitad de un campo, el pasto verde claro que brillaba bajo la luz del sol, rodeada de samanes y ceibas comencé a caminar descalza, sentía mi conexión con la tierra, estaba frío pero mis pies estaban tibios...
Guiada por un magnetismo irreal encontré El árbol de los sueños, una ceiba inmensa de unos 1200 años... sus ramas imponentes hacían una gigantesca sombrilla sobre mi cabeza, por entre la hojas, negras vistas a contraluz, se filtraban hilos de luz dorada, extrañamente me encontré arriba de uno de sus largos brazos que se extendían por el suelo, me acosté sobre él, el brazo de esa ceiba, mi madre, e hice parte de ella por el resto de su existencia.
Exorcismo Negro
Cuando los últimos rayos de sol, ese gran disco anaranjado, se esfumaban detrás de las olas, se llevaba a cabo un extraño ritual de santería, con tambores de cueros destemplados, ramas, fuego, marimbas y gritos, gritos que le partían el alma a la selva.
Los individuos, disfrazados con máscaras hechas con hojas y pintadas con sangre de leopardo y carbón, cantaban canciones y tarareaban melodías de una letra incoherente, mientras las mujeres gritaban lastimándose la garganta cantando historias de guerreros convertidos en demonios. Golpeaban con hojas de muérdago la espalda desnuda de la exorcizada, que lloraba sangre mientras sus lágrimas manchaban la tierra de la selva virgen. La húmeda tierra se le metía entre las uñas y con los ojos ya ciegos, después de que se los hubieran quemado, pataleaba descontroladamente tratando de zafarse y sacar de su boca la espuma blanca y viscosa para pronunciar dos palabras: “¡Malditos sean!”.
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